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martes, 13 de diciembre de 2011

FILOSOFÍA MEDIEVAL

TOMÁS DE AQUINO. FILOSOFÍA MEDIEVAL:

Desde un punto de vista filosófico, la Edad Media se caracteriza por el predominio cultural de la religión: la filosofía es puesta al servicio de las creencias religiosas. Veamos, aunque sea brevemente, cómo se llega a esta situación.
El encuentro del cristianismo con la filosofía griega en el siglo II de nuestra era, durante el Imperio Romano, fue un acontecimiento de enorme trascendencia para la cultura occidental. En principio este contacto fue hostil debido a las profundas discrepancias existentes entre las doctrinas filosóficas griegas y las creencias cristianas. Así, por ejemplo, la teoría de la creación y la concepción cristiana de la providencia y el frecuente recurso a los milagros escandalizaban a la mentalidad filosófica y científica griega. Pero quizás lo más significativo de esta discrepancia se encuentra en la concepción de la verdad. Mientras la filosofía posterior a Platón y Aristóteles había insistido en los límites del conocimiento humano, el cristianismo -al proclamar que poseía la verdad revelada por Dios- chocaba abiertamente con la actitud moderada de los filósofos. Además, la verdad cristiana se presentaba como la Verdad a secas, situándose en un plano de superioridad al de las verdades filosóficas.
Posteriormente, sin embargo, se produciría un proceso de asimilación de la filosofía griega (sobre todo de Platón y Aristóteles) por parte de los apologetas y escritores cristianos, quienes tomarán de ella gran parte de sus categorías y conceptos. El resultado fue que el cristianismo acabó formulandose a través de un cuerpo doctrinal de conceptos basicamente platónicos. (Lo que explica esa sensación que hemos tenido todos cuando estudiamos por primera vez a Platón de que estábamos estudiando religión).
La constitución de un pensamiento cristiano de orientación platónica durante el Imperio Romano culmina en la obra de San Agustín, el pensador más influyente a lo largo de la Edad Media hasta la aparición de la figura de Santo Tomás de Aquino. Podemos decir que la influencia de la corriente platónico-agustiniana predomina durante los siglos VI al XIII, momento en que se produce el descubrimiento de Aristóteles a través de las traducciones árabes . La penetración de la filosofía griega a través de los árabes (Avicena y Averroes) constituyó un estímulo para occidente.
La asimilación de la filosofía aristotélica por la ortodoxia cristiana fue iniciada por San Alberto Magno y conseguida plenamente por su discípulo Santo Tomás de Aquino, a pesar de haber sido advertido del peligro que corría. Tomás de Aquino mantuvo una actitud muy positiva hacia la filosofía de Aristóteles yse separó del Aristóteles de los averroistas en los puntos en que resultaban contrarios a la fe cristiana:
  • Inmortalidad del alma: El averroismo había defendido la mortalidad del alma. Aquino identificó entendimiento universal aristotélico con alma inmortal.
  • Eternidad del mundo: Los averroistas habían defendido la eternidad del mundo, lo cual contradice la teoría de la creación. ¡Tomás de Aquino afirmó que la doctrina de la creación no excluye que el mundo sea eterno!
  • Teoría de la doble verdad. En un intento desesperado por mantener la autonomía de la razón sobre la fe, el averroismo había defendido la existencia de una doble verdad, teológica o de fe la una y filosófica o de razón la otra que bien pudieran ser incluso contradictorias. Según el aquinate, no existe una doble verdad, sino una verdad única a la que se accede desde dos caminos diferentes.
Resumiendo, el siglo XIII es el siglo del triunfo del aristotelismo en Occidente. El conocimiento de Aristóteles llegó a Occidente principalmente a través de los árabes, y en particular, del cordobés Averroes. A partir de este momento, Aristóteles se traduce, se lee, se comenta. Esto produce una conmoción en el pensamiento europeo hasta el punto que el Papa previno energicamente contra el aristotelismo. A pesar de todo, Tomás de Aquino insistió en asimilarlo, construyendo un sistema aristotélico cristiano en el que ocupa un lugar preponderante las relaciones entre fe y razón.
A continuación os presento un resumen de la Filosofía de Tomás de Aquino, algo parcial e incompleto en algunos puntos porque está realizado con la intención de dar más importancia a los apartados que abordan la problemática que se trata en los textos de selectividad: las relaciones fe y razón y la ley natural.

2. Metafísica.

¿Qué es lo real?
La auténtica realidad estaba constituida para Platón por las Ideas, entidades ideales subsistentes, copiadas y participadas por los seres físicos. Aristóteles discrepa de su maestro y cree que es poco razonable pensar que lo que una cosa es, su esencia, esté separada de ella. Por eso, para el estagirita, lo autenticamente real es la substancia individual compuesta de materia y forma (hilemorfismo).
La metafísica de Santo Tomás es una reflexión sobre la sustancia que acepta los siguientes principios aristotélicos:
  • Distinción entre sustancia y accidentes: no es lo mismo, pongamos por caso, Zp (sustancia individual concreta) que su ideología o su color de pelo (accidentes ambos de la sustancia).
  • Distinción entre materia y forma: Según Aristóteles ZP está compuesto por la misma materia (carne y huesos) y la misma forma (esencia humana) que cualquiera de nosotros, pero nos diferenciamos por una distinta organización de la misma materia. “La especie en esta carne y en estos huesos es Calias o Sócrates. Se distinguen por la materia, que es distinta, pero son lo mismo por la especie, ya que esta es indivisible”. (Metafísica, V, 8, 1034 a 5).  Para definir a un individuo bastaría con referirnos a su esencia, a la forma. Sólo la forma es definible y cognoscible y es lo común a toda la especie, por lo que posee un carácter supraindividual. En cambio, la materia primera es incognoscible a pesar de que individualiza la forma/especie. Sin embargo, el santo padre añade de su cosecha que para definir, pongamos por caso otra vez, a Zapatero (expresar su esencia) habría que referirse también a su materia. La materia y la forma estaría incluidas en la esencia.
  • Distinción entre potencia y acto: Recuerda la semilla (potencia: lo que todavía no es, pero puede llegar a ser) y el arbol (acto, lo que ya es).
  • La teoría de las cuatro causas (material, formal, eficiente y final). Los cuatro factores explicativos que nos dicen por qué una cosa es como es.
  • Explicación del movimiento como paso de la potencia al acto.
Sin embargo, Santo Tomás se aparta de la metafísica aristotélica al distinguir entre esencia y existencia, distinción fundamental para entender la realidad, la cual se muestra estructurada jerarquicamente:
  1. Dios: (Identidad). Ser creador y necesario. Su esencia se identifica con (es) su existencia. No puede ser Dios y no existir según el santo padre. Dios es el existente necesario, el existente que no puede no existir.
  2. Criaturas (Composición). Seres contingentes que existen pero podrían no existir. En esta categoría están incluidas las sustancias no animales (cosas), las sustancias animadas (animales y seres humanos) y los seres angélicos. Los seres contingentes son seres compuestos por esencia y existencia y deben esta última a Dios creador.

3. Antropología.

¿Cuál es la naturaleza del ser humano?
Para el Doctor Angélico la naturaleza humana es el resultado de la unión sustancial de dos principios: material uno (cuerpo) y formal el otro (alma racional). El cuerpo es corruptible y el alma es de naturaleza inmaterial e inmortal. Lo que no queda muy claro es que si el ser humano es una substancia al más puro estilo aristotélico, el alma debería morir junto con el cuerpo. Sin embargo, como diría el santo padre, la fe y las escrituras nos aseguran su inmortalidad.

4. Teoría del conocimiento.

¿Cómo conocemos la realidad?. ¿Cuál es el (auténtico) modo de conocimiento para alcanzar la verdad?
Para el Aquinate, como para Aristóteles, el entendimiento humano forma sus conceptos a partir de la experiencia sensible. Como la experiencia sensible nunca ofrece rasgos universales, sino siempre concretos (Zp, mi primo Antonio, este coche, etc.), es decir, siempre nos pone en contacto con objetos individuales, resulta necesario recurrir a la abstracción para obtener conceptos universales. Esto es necesario si queremos saber qué es el hombre que hay en Zp y en todos los demás hombres o qué es un coche. Es decir, si queremos conocer lo universal debemos contar con la capacidad correspondiente de universalizar a partir de lo sensible, siempre concreto e individual. (Si te fijas bien, esto es lo que hacen los científicos actuales). Este proceso ocurre según el Aquinate, gracias a la intervención del entendimiento agente, que extrae el universal de los datos sensibles particulares. Este universal luego será conocido por el entendimiento posible, capaz de conocer lo universal en sí mismo.
En resumen, este sería el esquema del funcionamiento del conocimiento según Aquino:
  1. Sentidos: captan el objeto sensible y concreto.
  2. Imaginación: Se graba la imagen de ese objeto, produciendo un fantasma (imagen de los objetos en nuestra imaginación).
  3. Entendimiento agente o activo: abstrae el universal prescindiendo de lo particular.
  4. Entendimiento paciente o pasivo: conoce el universal
Sin embargo, en lo que el filósofo cristiano no puede coincidir con el estagirita e, obviamente, en la manera que que el primero considera la relación entre razón y fe. Nuestro conocimiento de Dios, del hombre y del universo a través de la razón posee unos límites. La fe cristiana, sin embargo proporciona información más allá de estos límites. Esta información extra es un complemento de la razón que, lejos de anularla, la perfecciona, porque
  • la falta de tiempo y preparación de la mayoría hace que sea necesario que ciertas verdades asequibles a la razón sean también impuestas por la autoridad de la fe.
  • la posibilidad de error amenaza de forma constante a la razón humana. Entonces, la fe sirve a la razón como norma o criterio extrínseco o negativo (la fe corrige los errores racionales).
De este modo, existen:
  1. Contenidos o verdades exclusivos de la razón. Enunciados que se aceptan porque se consideran evidentes o demostrados racionalmente.
  2. Contenidos exclusivos de la fe: creencias que se aceptan no porque sean evidentes o racionalmente demostrables, sino porque se consideran revelados por Dios.
  3. Contenidos o verdades que pertenecen a ambos ámbitos. Verdades que se ofrecen a la fe, pero también es posible llegar a ellas mediante el ejercicio de la razón.
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Así, el tomismo consiste en un esfuerzo por integrar la filosofía con la teología, en un momento en el que la mayoría de los teólogos opinaba que la filosofía no podía añadir nada a los contenidos de la revelación. La integración de la filosofía y teología no implica la confusión de ambas (de hecho, Santo Tomás hace una distinción explícita entre ellas). La clave de la diferencia no está en su contenido, que puede coincidir, sino en el modo de considerar dicho contenido.
  • La filosofía, que se basa en causas y principios parte del mundo de la experiencia, de los seres creados, y procede a elevarse en la medida de lo posible hasta Dios.
  • Al contrario que el filósofo, el teólogo, que se ocupa del contenido de la revelación y apela a la autoridad de Dios, parte de Éste y avanza hasta las criaturas.
De este modo, Santo Tomás rechaza la teoría averroista de la doble verdad. Para él, las verdades de fe y las de razón tienen que coincidir, ya que ambas provienen de Dios y, si la razón en algún momento contradice a la revelación, porque el hombre se equivoca, siempre es aquella la que debe someterse a ésta.
Por último, nos referiremos muy brevemente a las cinco vías para la demostración de la existencia de Dios. Se trata de un ejemplo de cómo la razón puede alcanzar las verdades que sabemos por la autoridad de la fe. Estas cinco vías o pruebas poseen una estructura similar:
  1. Constatación de un hecho de experiencia (vemos, por ejemplo, que hay cosas que se mueven).
  2. Recurso al principio de causalidad: todo lo que se mueve es movido por otro, que es la causa de su movimiento.
  3. Reconocimiento de la imposibilidad de una serie de infinitas causas.
  4. Afirmación de la existencia de Dios: Dios es la causa incausada, el motor inmóvil.

5. Ética y Política

¿Qué es lo correcto?, ¿qué debemos hacer?, ¿cuál es el mejor modo de organizarnos todos juntos?
Al igual que Aristóteles, Aquino defiende una concepción eudemonista de la ética. Esto quiere decir que consideran que el bien del hombre consiste en su felicidad.
Para el filósofo griego la felicidad se alcanza dando cumplimiento a la principal de las tendencias de la naturaleza humana: la racionalidad. Así, el ser humano alcanza la felicidad (plenitud, perfección) cuando ejercita su razón a través de latheoría: conocimiento de la realidad.
Para el filósofo cristiano la felicidad también consiste en la satisfacción de las tendencias enraizadas en la naturaleza humana, pero estas culminarán no en la theoría, sino en la beatitudo: Conocimiento de Dios.

5.1 Ley natural

Todos los seres naturales poseen ciertas tendencias enraizadas en su naturaleza. Se trata de disposiciones a actuar en un determinado sentido. Ahora bien, el ser humano se distingue de los otros seres naturales por su racionalidad, porque sólo él es capaz de conocer sus propias tendencias y sólo él puede deducir racionalmente ciertas normas de conducta para dar cumplimiento a sus tendencias naturales. En resumidas cuentas, sólo al ser humano le es dada la posibilidad de tener una moral.
¿Cuáles son estas tendencias?
Estas tendencias son el contenido de la Ley natural y Aquino las clasifica en tres tipos:
  1. En tanto que substancia, el ser humano tiende a conservar su propia existencia. El cumplimiento de esta tendencia impone el deber moral de conservar la vida.
  2. En tanto que animal el ser humano tiende a procrear. De esta tendencia se sigue el deber moral de procrear y cuidar de la prole.
  3. En tanto que ser racional el ser humano tiende a conocer la verdad y vivir en sociedad. De esta tendencia surge el deber moral de buscar la verdad y la justicia.
Dado que la ley moral natural se deriva de la misma naturaleza humana, su contenido es universal e independiente de las diversidades culturales o raciales.
El alcance de la Ley natural (physis) es tal que afecta incluso a la vida en sociedad y no solamente a la vida moral. Así:
  1. La ley positiva (nomos) no puede consistir en el derecho del más fuerte o en el capricho de unos pocos, sino en un conjunto de normas que regulen y concreten las normas de la ley natural moral. Deben ser una prolongación de la ley natural y no podrán contradecirla.
  2. La justicia debe ser el resultado del desarrollo en sociedad de los preceptos de la Ley natural. La justicia se convierte en una exigencia moral y la moral en el fundamento del Derecho.
Como no podía ser de otro modo tratándose de un pensador cristiano, el Aquinate afirma que la ley moral natural es aquella parte de la ley eterna (ordenación divina del universo) que se refiere específicamente a la conducta humana.

domingo, 11 de diciembre de 2011

TEXTOS MEDIEVAL

5. Pero me parece que se ha de afirmar que de la potestad regular y ordinaria
concedida y prometida a S. Pedro y a cada uno de sus sucesores por las palabras de
Cristo ya citadas [“lo que atareis en la tierra, quedará atado en el cielo”] se han de
exceptuar los derechos legítimos de emperadores, reyes y demás fieles e infieles que
de ninguna manera se oponen a las buenas costumbres, al honor de Dios y a la
observancia de la ley evangélica […] Tales derechos  existieron antes de la institución
explícita de la ley evangélica y pudieron usarse lícitamente. De forma que el papa no
puede en modo alguno alterarlos o disminuirlos de manera regular y ordinaria, sin
causa y sin culpa, apoyado en el poder que le fue concedido inmediatamente por
Cristo. Y si en la práctica el Papa intenta algo contra ellos [los derechos de los
emperadores y reyes], es inmediatamente nulo de derecho. Y si en tal caso dicta
sentencia, sería nula por el mismo derecho divino como dada por un juez no propio (G.
DE OCKHAM, Sobre el gobierno tiránico del Papa. Trad. P. Rodríguez. Madrid, Tecnos,
2001, pp. 60-61 [traducción adaptada]).

TEXTOS MEDIEVAL

3. Donde no se dé la justicia que consiste en que el sumo Dios impere sobre la sociedad
y que así en los hombres de esta sociedad el alma impere sobre el cuerpo y la razón
sobre los vicios, de acuerdo con el mandato de Dios, de manera que todo el pueblo
viva de la fe, igual que el creyente, que obra por amor a Dios y al prójimo como a sí
mismo; donde no hay esta justicia, no hay sociedad  fundada en derechos e intereses
comunes y, por tanto, no hay pueblo, de acuerdo con la auténtica definición de pueblo,
por lo que tampoco habrá política, porque donde no  hay pueblo, no puede haber
política (AGUSTÍN DE HIPONA, La ciudad de Dios, XIX, cap. 23 [trad. propia]).
4. Para la salvación humana fue necesario que, además de las materias filosóficas, cuyo
campo analiza la razón humana, hubiera alguna ciencia cuyo criterio fuera lo divino. Y 7
esto es así porque Dios, como fin al que se dirige el hombre, excede la comprensión a
la que puede llegar sólo la razón. Dice Isaías 64,4: ¡Dios! Nadie ha visto lo que tienes
preparado para los que te aman. Sólo Tú. El fin tiene que ser conocido por el hombre
para que hacia Él pueda dirigir su pensar y su obrar. Por eso fue necesario que el
hombre, para su salvación, conociera por revelación divina lo que no podía alcanzar
por su exclusiva razón humana. Más aún. Lo que de Dios puede comprender la sola
razón humana, también precisa la revelación divina, ya que, con la sola razón humana,
la verdad de Dios sería conocida por pocos, después de muchos análisis y con
resultados plagados de errores. Y, sin embargo, del exacto conocimiento de la verdad
de Dios depende la total salvación del hombre, pues en Dios está la salvación. Así,
pues, para que la salvación llegara a los hombres de forma más fácil y segura, fue
necesario que los hombres fueran instruidos acerca de lo divino, por revelación divina.
Por todo ello se deduce la necesidad de que, además de las materias filosóficas,
resultado de la razón, hubiera una doctrina sagrada, resultado de la revelación (TOMÁS
DE AQUINO, Suma de Teología, I