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viernes, 7 de octubre de 2011

relación de Platón con otros autores


Platón y los sofistas

Antes de abordar la relación de Platón con los sofistas veremos de forma breve algunas características de estos polémicos pensadores.
Vivieron en la época clásica, durante los siglos V-VI a. C. Aunque procedían de diversas polis, la mayoría de ellos ejerció su actividad en la Atenas democrática donde era muy importante el lenguaje y el buen uso de la palabra ya que era condición indispensable para hacer valer los propios criterios en la asamblea de ciudadanos. Los sofistas se presentarán como maestros de virtud, que orientan sus enseñanzas a desarrollar una serie de habilidades útiles para el triunfo social. Por eso enseñarán sobre todo retórica (técnica para hablar con eficacia y persuasión) y erística (habilidades dialécticas para la discusión). Son sofistas importantes, Protágoras (que es famoso por afirmar que “El hombre es la medida de todas las cosas; de las que son, en tanto que son; de las aque no son, entanto no son”) y Gorgias cuya doctrina se basa en tres puntos principales: 1) nada es; 2) que si fuera sería incognoscible; y, 3) que si fuera cognoscible sería incomunicable. Como véis, desemboca en el escepticismo.
a) Temática onto-epistémica:
Coincidencias:
No todo son discrepancias entre Platón y los sofistas. Existen algunas coincidencias. Así, por ejemplo tanto en unos como en el otro, su interés se centra en el ser de las cosas (la esencia) y no como vimos cuando estudiamos los presocráticos, por el ser de la totalidad (arché). Esto les llevará a moverse en el mundo de las cosas individuales y múltiples e intentar explicar su existencia.
También coinciden a la hora de considerar que el conocimiento tiene un interés práctico porque está orientado a la excelencia (la virtud), aunque, obviamente, discreparán en su concepción de la misma.
Diferencias:
Platón discrepa de los sofistas porque entiende el saber como la búsqueda de la verdad y de definiciones universales (igual que su maestro) y no como un instrumento para el éxito social.
También discrepa porque mantiene una postura antiescéptica: para Platón, tanto la verdad como el conocimiento de la misma son no solo posibles, sino también necesarios. Sin embargo, para los sofistas no existe una única verdad ni algo en lo que, en el fondo, consistan las cosas. Estas son como aparecen y cada hombre tendrá su visión de las mismas, ya que a cada uno se le aparecen de distinta manera y aquel que sepa imponerse será el que imponga su manera de entenderlas.
Por último, de nuevo encontramos diferencias en su concepción del diálogo. Para Platón, como para Sócrates, el diálogo es el medio para alcanzar la verdad. Los sofistas lo entendían como discusión, como disputa o intento de hacer prevalecer el punto de vista propio.
b) Temática ético-política:
Coincidencias:
El interés de Platón, igual que ocurriera con los sofistas, se centra en todo aquello que atañe a la política, las leyes, la moral y las costumbres, aunque discreparán en sus concepción de las mismas.
Diferencias:
En lo que a esta temática se refiere, la discrepancia más notoria entre Platón y los sofistas se da en la concepción de las leyes. Con frecuencia consideran estos que las leyes de la polis no tienen por qué estar necesariamente de acuerdo con las normas de la naturaleza, estableciendo una contraposición entre nomos y physis. Esta contraposición les llevará a mantener posturas relativistas con respecto a la moral, las instituciones y las leyes. Este relativismo consiste en afirmar que no existe un fundamento último que determine que unas leyes, instituciones o costumbres sean mejores que otras. Para las sofistas, todas estas cosas carecen de un fundamento inmutable y son sólo fruto de un acuerdo momentáneo entre los hombres. Como consecuencia, cada pueblo tendrá leyes e instituciones distintas según sus peculiares circunstancias (el que unas sean mejores que otras depende, en todo caso de su mayor éxito, de que ofrezcan mayores ventajas que otras en esas circunstancias concretas).

Platón y Aristóteles

Antes de hablar de aquello en lo que coinciden y discrepan ambos autores es conveniente hacer una breve presentación del discípulo de Platón, Aristóteles, sobre todo acerca de su concepción de la naturaleza (Physis).
Aristóteles entiende la naturaleza como principio interno del movimiento que se da en los seres naturales. Estos, al contrario que los seres artificiales, poseen en sí mismos el origen o principio de su propia actividad, de sus cambios y movimientos. (Recuerda, el paso de la semilla a árbol es un cambio natural, pero la silla que hacemos con el árbol no es producto de la naturaleza, sino de la técnica)
Para poder justificar el movimiento y el cambio y no caer en la trampa de Parménides (El ser es, el no ser no es), Aristóteles recurrirá a los términos potencia y acto: La semilla es el árbol en potencia -puede ser árbol, pero todavía no lo es-, el árbol es la actualización de la potencia (la semilla).
Según Aristóteles, todas las sustancias naturales se componen de materia y forma y a esta teoría se le llama hilemorfismo. La forma es la esencia, lo que hace que una sustancia sea lo que es y no otra cosa y es también la naturaleza de las sustancias, es decir, aquello que determina sus actividades específicas y propias, aquello que explica los cambios que sufre…
Coincidencias:
  1. La concepción del conocimiento como conocimiento de lo universal, de la forma y la identificación de este universal como principio de las cosas.
  2. Aristóteles se centra, al igual que los sofistas, Sócrates y Platón en el mundo de las “cosas” individuales (no de la totalidad), y trata de explicar en qué reside el ser de éstas, su esencia (para Sócrates, en las definiciones universales, para Platón, en las Ideas, para Aristóteles en la forma, o en la unión de forma y materia).
Discrepancias:
1.- Abandono del método dialéctico:
Aristóteles rechaza la dialéctica de Platón por considerar que el proceder dialéctico no es un proceder de lo necesario, tan sólo de lo posible, y la sustituye por la demostración, cuyo esquema es el silogismo.
Platón parte de una diversidad de Ideas, para encontrar algo que tengan esas Ideas en común). Como las Ideas mantienen una relación jerárquica entre sí, la síntesis nos lleva desde las Ideas inferiores a las superiores en un proceso de ascensión. Por eso se conoce esta forma de la dialéctica platónica como dialéctica ascendente. Pero además, Platón desarrollará una nueva concepción de la dialéctica, lo que se ha llamado dialéctica descendente (o diáiresis). Con otras palabras: la dialéctica platónica tiene dos vías: una ascendente (composición) y otra descendente (división) .
Por la primera se trata de ir de la multiplicidad a la unidad, buscando afinidades, identidades, entre las diversas Ideas (componiendo), hasta alcanzar un fundamento único de todo el saber: la Idea de Bien.
Por la segunda se trata de ir de la unidad hasta la multiplicidad, dividiendo las Ideas en dos partes de cada vez.
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Aristóteles considera que, en el caso anterior, la dialéctica sólo nos ha servido para conocer lo que ya sabíamos y añade que si Platón se propusiera definir una Idea de la que no conociera nada de antemano, la dialéctica no le serviría de nada.
La demostración es, según Aristóteles el proceso por el que se muestra que algo es necesario, es decir, que algo se deriva necesariamente de unos principios. Este proceder que nos muestra como algo se deriva necesariamente de los principios, es lo que Aristóteles considera una deducción en sentido pleno (syllogismós en griego).
2.- La distinta concepción y valoración de la Physis:
A partir de los sofistas la naturaleza había quedado relegada como centro de atención de la filosofía. Con Platón se va todavía más lejos, y la naturaleza (el mundo sensible) no sólo es relegada como objeto del pensamiento sino que la hace ocupar un segundo plano en la realidad, por debajo del mundo de las Ideas en que radica el ser, la realidad plena. Con Aristóteles la naturaleza vuelve a tener un papel central en el pensamiento y además se produce una nueva definición de que se entiende por tal La Physis es, según Aristóteles, “aquello que tiene en sí mismo un principio de movimiento o estancia,” que quedará contrapuesto por un lado a aquello que es en virtud del arte (tékhne), y por otro al Primer Motor Inmóvil. Es decir, es natural aquello que tiene en sí un principio de movimiento, y no lo es ni aquello que es hecho por la obra del arte humano, ni Dios. Además, entenderá el movimiento de una forma muy original: como paso de la potencia al acto.
3.- Rechazo de la teoría de las Ideas.
Aristóteles comenzó siendo un discípulo fiel de Platón, y, como tal, defendió la teoría de las Ideas; pero ya el mismo Platón planteó una serie de objeciones a dicha teoría que recoge en el Parménides . En el intento de solventar estas objeciones Platón se ve obligado a reformular una y otra vez dicha teoría; Aristóteles acabará, finalmente, desechándola. Las objeciones de Aristóteles a la teoría de las Ideas son básicamente las siguientes:
  • Rechaza que las Ideas estén separadas de las cosas (es decir, que sean trascendentes a éstas); pues de la consideración de las Ideas como trascendentes se derivan una serie de problemas:
    • No se consigue explicar la relación de las Ideas con las cosas sensibles, por lo que no sirven para explicar nada del mundo sensible. Platón dice a este respecto que las cosas “participan” de las Ideas, pero para Aristóteles esto no es más que una licencia poética.
    • Al tener que admitir que para cada cosa tiene que haber una Idea correspondiente (incluso de la suciedad, las uñas o el pelo), se produce una duplicación innecesaria de la realidad y una duplicación de los problemas a resolver.
    • Se da la paradoja de que lo más auténtico de cada ser, su esencia está fuera de él.
  • Frente a la concepción platónica, Aristóteles sostiene que el ser de las cosas, su esencia, no está en las Ideas, en un mundo trascendente, sino en este mundo, en el mundo físico, sensible; y el ser por excelencia, la auténtica realidad, es concebida como sustancia, que se va a convertir en la noción clave de su filosofía.