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martes, 15 de noviembre de 2011

The 13th Floor

1 comentario:

  1. Josef Rusnak dirigió en 1999 esta peli de ciencia ficción que podría pasar por un remake del conocido mito platónico de la caverna.

    Se estrenó meses después de la más famosa Matrix, con la que guarda cierto paralelismo ya que ambas defienden una tesis similar: no podemos albergar certeza alguna acerca de la realidad del mundo que percibimos.

    Cualquier contacto nuestro con la realidad exterior acaba convertido necesariamente en una representación mental, pero no todas nuestras representaciones tienen por qué construirse de la misma manera. El espectáculo multimedia en que consiste nuestra conciencia puede haber sido sugerido por máquinas como en el caso de Matrix o ser el resultado de una simulación informática, como ocurre en Nivel 13..

    El argumento de esta sorprendente peli está basado en la novela Simulacron 3, (1964) de Daniel Francis Galouye. Se estructura en torno al siguiente esquema narrativo: En 1990, Hannon Fuller, gerente de una empresa de Los Ángeles dedicada a la investigación cibernética construye una máquina de realidad virtual que le permite recrear y visitar esa misma ciudad en 1930. Esto se consigue gracias a una transferencia de su conciencia a una “unidad de enlace” copiada de simismo que habita en la simulación creada. El asunto se complica porque Fuller descubre que él mismo no es sino otra unidad de enlace de un usuario que viven en 2024.

    La metáfora de la liberación de las cadenas a la que el filósofo ateniense recurre para simbolizar el proceso educativo encuentra su equivalencia en la película en el descubrimiento que los protagonistas hacen de los límites de la simulación que constituye su mundo, o como se afirma en ella, “el confín del mundo”. De igual forma que el prisionero del mito platónico para alcanzar el conocimiento de la auténtica realidad pasa por diferentes etapas, las “unidades de enlace” de las diferentes simulaciones adquieren un conocimiento progresivo hasta que a alguna de ellas le es dada la posibilidad de contemplar la auténtica realidad.

    Desprovista de los magníficos efectos especiales de Matrix, pero también de sus interminables e insufribles enfrentamientos con artes marciales, Nivel 13 recrea con gran belleza y sensibilidad los distintos ambientes en los que transcurre la acción

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