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miércoles, 8 de diciembre de 2010

BREVE RESUMEN DEL PENSAMIENTO DE TOMÁS DE AQUINO

Breve resumen de la filosofía de Sto. Tomás de Aquino.

La filosofía de Sto. Tomás es un intento de restablecer las relaciones entre fe y razón que la irrupción del aristotelismo de los averroístas latinos había fracturado. Contra las enseñanzas de la fe, éstos afirmaron la eternidad del mundo y la mortalidad del alma y, por consiguiente, defendieron la tesis de la doble verdad.
Para Aquino sólo existe una verdad, cuyos contenidos pueden alcanzarse por la fe, por la razón o por ambas. Esto último es muy conveniente, pues hay personas que carecen de tiempo y facultades para develar verdades, que de no ser por la fe, no alcanzarían; y además, porque la razón humana es falible. Por otro lado, la razón ayuda a la fe prestándole sus procedimientos de ordenación científica y armas dialécticas de argumentación, así como medios para esclarecer los contenidos de la fe.
Siguiendo a Aristóteles, Aquino afirma que el objeto del entendimiento humano, en cuanto humano, ha de partir de las realidades sensibles materiales. Pero, en cuanto entendimiento, tiene por objeto el ser de todo lo real. Así hay que mostrar cómo es posible pasar de las representaciones sensibles particulares a la universalidad de los conceptos. Esto se realiza mediante la capacidad abstractiva:
-          las percepciones sensibles dejan en la imaginación o fantasía una imagen o fantasma
-          el entendimiento agente actúa sobre ella despojándola de sus elementos individuales
-          el entendimiento posible conoce efectivamente la forma abstracta, el concepto universal
Según Aquino el entendimiento conoce directamente el universal, sólo conoce los seres individuales volviendo su atención a la imagen y reconociendo en ella el individuo a partir del cual se ha elaborado el concepto.
El concepto muestra la esencia de la cosa, común a todos los individuos de su especie. Lo que hace que una misma esencia sea diversos individuos es la materia concreta.
Hasta Aquino los filósofos cristianos habían afirmado que la distinción radical entre Dios y sus criaturas estaba en que éstas son un compuesto de materia y forma, siendo Dios forma pura. Como aristotélico, Aquino admite que hay formas inmateriales. La distinción estriba en que los seres creados son un compuesto de essentia y esse: a su esencia no le pertenece necesariamente su existencia, son contingentes. Dios, en cambio, es el Ser necesario, en el que su existencia está incluida en su misma esencia. Dios, en el acto de la creación actualiza, da existencia, a una esencia que es mera potencia.
Aquino adopta la concepción finalista de la naturaleza de Aristóteles. En el ser humano, como en todo ser natural, hay diversas tendencias. Pero el humano, en cuanto ser racional, puede conocer sus propias tendencias y formular ciertas reglas de conducta de acuerdo con las exigencias de su propia naturaleza. A la ordenación general que Dios da a toda la naturaleza la llama Aquino “ley eterna”, a la ley moral que el hombre reconoce en sí mismo y que, en uso de su libertad puede seguir o no, se la llama “ley natural”.
La ley natural es:
-          Evidente, su conocimiento es accesible a todos los hombres.
-          Universal, válida para toda cultura o época pues se deriva de la naturaleza misma del hombre.
-          Inmutable, como la esencia misma de ser humano.
La ley natural es una, pues una es la naturaleza humana, y se expresa en un primer y básico precepto: obra el bien y evita el mal. Pero, atendiendo a las partes de esa naturaleza humana es posible establecer otros preceptos derivados, como son:
-          Como toda sustancia, el hombre considera bueno conservar la propia existencia.
-          En cuanto animal, el hombre tiende a procrear y cuidar de sus hijos.
-          En cuanto racional, el ser humano está inclinado a la búsqueda de la verdad y a vivir en sociedad.
De esta última tendencia se deduce la exigencia de una ley positiva (las leyes sociales legalmente vigentes) pues la vida en sociedad sólo es posible sobre la base de unas normas legales que regulen la convivencia y que concreten los principios que la ley natural enuncia sólo de un modo general. Toda legislación positiva ha de respetar la ley natural, que marca un ideal de justicia sin el que las leyes no serían legítimas.

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