La concepción platónica del ideal de vida y comunidad política no es un producto
marginal u ocasional de su investigación, sino el objetivo último de su quehacer intelectual.
Platón, decepcionado por la organización política de la Atenas de su época –decepción
que alcanza su punto más alto al ser condenado a muerte su maestro Sócrates-, piensa que la razón
de la corrupción existente en la vida política se encuentra en el escepticismo sofista. Si, como éstos
afirman, no existe la verdad, si sólo vale la opinión, y todas las opiniones tienen el mismo valor, la
única política posible es la que se basa en la violencia física o económica.
Por eso frente a la afirmación sofista de que no se puede alcanzar la verdad, se sitúa al
lado de Sócrates que había reivindicado esta posibilidad para el hombre y había afirmado que,
utilizando la razón, se puede alcanzar la verdad, se puede hacer ciencia, y que ésta consiste en
afirmaciones universales, necesarias e inmutables.
Piensa que si la ciencia consiste en un conjunto de afirmaciones universales, necesarias
e inmutables y la ciencia existe y tiene valor, sólo puede ser porque existen objetos, realidades
universales, necesarias e inmutables. Y como estos objetos no existen en este mundo sensible,
compuesto todo él de cosas concretas y cambiantes (influencia del pensamiento de Heráclito),
tienen que tener su sede en “otro mundo”, en el mundo de las ideas. No existe, pues, sólo un mundo,
aquel en el que vivimos, sino dos: el mundo sensible, en el que estamos, y el mundo de las ideas.
Mas aún, de estos dos mundos, el auténtico es el “otro”, el de las ideas. El mundo sensible es solo
una copia, una imagen del mundo de las ideas.
Pero ¿dónde obtiene entonces el hombre sus conocimientos científicos si los objetos
universales, necesarios e inmutables no están en este mundo?
Platón soluciona este problema hablando de un hombre que es cuerpo, pero sobre todo
alma; un alma eterna, que ha vivido en el mundo auténtico de las ideas y que, aunque ha olvidado lo
visto en ese mundo al unirse al cuerpo, lo puede recordar al ver sus copias en el mundo sensible.
Esta concepción ontológica y antropológica determina la concepción ética y política de
Platón, su ideal de vida y de comunidad política. Si lo valioso del hombre es el alma, de naturaleza
espiritual, racional; si el cuerpo es solamente la cárcel del alma, el hombre deberá vivir de tal
manera que sea su alma espiritual la que dirija las dos almas materiales propias del cuerpo: el alma
irascible y el alma concupiscible. Para Platón la sociedad está fundamentada en la naturaleza
humana y no es sino una prolongación del organismo humano individual. Compuesta –lo mismo
que el hombre, por tres almas diferentes- por tres estamentos distintos, cada uno de los cuales
corresponde a una de las almas del individuo: los gobernantes, los guardianes y los productores. Y
si en el individuo era el alma racional la que debía dirigir a las otras dos, en la organización social
son los gobernantes los que deben dirigir a los guardianes y a los productores.
La sociedad sólo alcanzará y permitirá al individuo alcanzar la justicia en la medida en que
cada uno de los grupos sociales cumpla adecuadamente con sus funciones fundamentales.
1) Los gobernantes, que serán los filósofos o filósofas, las personas que han contemplado
la idea de Bien, aman a la ciudad más que los demás y son las únicas capaces de dirigir
con justicia su vida privada y la de los demás ciudadanos. Tienen como función
organizar la sociedad y dirigir a los ciudadanos hacia la consecución del bien común. Su
virtud propia es la sabiduría, la prudencia.
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2) Los guardianes tienen como función defender el Estado contra sus enemigos exteriores
y contra las sediciones internas; su virtud específica es la fortaleza, y deben estar
sometidos a los gobernantes.
3) Los productores, que constituyen la clase más numerosa, tienen como función el
producir y elaborar los bienes de consumo necesarios para satisfacer las necesidades de
la comunidad; su virtud propia es la templanza, una especie de orden, de dominio y
disciplina de los placeres y deseos y constituye asimismo la capacidad de someterse del
modo conveniente a las clases superiores. La riqueza y los bienes materiales que son
administrados exclusivamente por esta clase, no deben ser ni demasiado, ni demasiado
escasos.
Solamente cuando estos tres grupos vivan en armonía, es decir, cuando cada uno
cumpla con sus funciones sin inmiscuirse en el campo de los demás, se dará el equilibrio social y se
realizará la justicia. Para Platón la justicia es lo que más necesitamos para ser felices.
Con el fin de que esta situación ideal de armonía y equilibrio se realice, Platón se preocupa,
además, de dar una serie de normas prácticas sobre cómo ha de ser tanto el tipo de educación como
el tipo de vida que han de llevar los miembros de cada uno de estos estamentos, especialmente los
gobernantes y los guardianes.
. La primera clase social no requiere una educación especial, porque las artes y los
oficios se aprenden fácilmente a través de la práctica. Para las clases de los guardianes,
Platón propuso la clásica educación gimnástico-musical, con objeto de robustecer de manera
adecuada aquel elemento de nuestra alma del cual procede el valor y la fortaleza. En esta
clase, Platón propuso la comunidad de todos los bienes: comunidad de los maridos y de las
mujeres, y por lo tanto de los hijos, y la abolición de toda propiedad de bienes materiales.
Era responsabilidad dde la clase inferior –poseedora de la riqueza- proveer a las necesidades
materiales de los guardianes. Los hombres y las mujeres de esta clase deben recibir idéntica
educación y ocupar cargos idénticos. Los hijos, apartados enseguida de sus padres, deben ser
criados y educados en sitios oportunos, sin que conozcan a sus propios padres. Esta
concepción teórica tan aventurada fue sugerida por Platón con la intención de crear una
especie de gran familia, en la que todos se amasen como padres, madres, hijos, hermanos,
hermanas, parientes. Creía que de esta forma se eliminarían las razones que alimentan el
egoísmo y las barreras de “lo mío” y “lo tuyo”. Todos tendrían que decir “lo nuestro”. El
bien privado debería transformarse en bien común.
La educación que Platón proponía para los gobernantes coincidía con el aprendizaje
requerido para dominar la filosofía (dada la coincidencia existente entre verdadero filósofo y
verdadero político) y debía durar hasta los 50 años (Platón lo calificaba de “largo camino”).
Entre los 30 y los 35 años tenía lugar el aprendizaje más difícil, es decir, el enfrentamiento
con la dialéctica, y desde los 35 hasta los 50 años había que reemprender los contactos con
la realidad empírica, desempeñando diversos cargos oficiales. La finalidad de la educación
del político-filósofo consistía en llegar a conocer y contemplar el Bien, con objeto de
implantar más tarde el propio bien en la realidad histórica. De esta manera, el Bien emerge
como primer principio, del cual depende todo el mundo político-ideal; el Bien es
considerado como fundamento de la ciudad y del actuar
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En la utopía que Platón nos presenta en la “República” Platón defiende la absoluta
igualdad entre hombres y mujeres. Ellas deben recibir la misma educación y tener las mismas
oportunidades que los hombres. Serán sus capacidades las que determinen si serán productoras,
guerreras o filósofas-gobernantes.
La familia queda suprimida. Se elimina la propiedad privada para guerreros y filósofosgobernantes,
con la finalidad de que no actúen movidos por sus intereses particulares, sino por el
bien común.
La función social que cada persona debe cumplir en la sociedad no viene determinada
por su género ni por la clase social en la que nació: depende de las propias capacidades de cada
cual, y todos tendrán las mismas oportunidades educativas. Por eso, a pesar de que Platón no
confiaba en la democracia, su propuesta es bastante progresista e incluso supera bastantes
limitaciones del sistema democrático ateniense, que marginaba a esclavos, mujeres y extranjeros.
En obras posteriores a la “República” Platón modificó en parte sus teorías ante la
dificultad de encontrar auténticos sabios-gobernantes. Por eso propone sustituir el gobierno de los
sabios por el gobierno de las leyes, de modo que también los gobernantes tengan que someterse al
ordenamiento jurídico.
Entre la diversidad de regímenes políticos conocidos en la época, Platón estableció una
escala en la que estos regímenes van degenerando desde el más perfecto hasta el peor de todos:
1. MONARQUÍA O ARISTROCRACIA
Es la forma más perfecta. Es el gobierno de los filósofos o filósofas.
2. TIMOCRACIA.
Predomina la clase militar, que oprime al pueblo apoderándose de todas las riquezas.
3. OLIGARQUÍA.
Las riquezas quedan concentradas en una pequeña minoría. En la ciudad hay dos clases sociales
antagónicas: los oligarcas, que acaparan todas las riquezas, y la multitud empobrecida. Para poder
dominar al pueblo miserable los oligarcas imponen el terror, mientras el pueblo aguarda la ocasión
de derrocarles.
4. DEMOCRACIA.
Una vez exterminados o expulsados los oligarcas, el pueblo se apodera del gobierno. Entonces
cada cual hace lo que le da la gana, dejándose llevar por sus deseos. Todos se creen capaces de regir
la ciudad.
5. TIRANÍA.
En este exceso de libertad, se imponen los más violentos. Los demagogos se hacen con el poder
y, finalmente, un tirano suprime por completo la libertad. Entonces impera el mayor grado posible
de injusticia y de desorden. Es la mayor degeneración posible de las formas de gobierno.
En el mito de la caverna Platón nos narra a través de metáforas bellísimas su ideal
de vida. En este relato, que aún hoy tiene tanto que decirnos, se recoge
simbólicamente el pensamiento de Platón que acabamos de exponer. La caverna
fue la imagen utilizada por Platón para describir las vidas carentes de filosofía.
¿Vale la pena vivir sin filosofía?
Debeis ampliar los apuntes de Política con estos datos
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