CONTEXTOS FILOSÓFICOS:
1. DESARROLLO DE LA FILOSOFÍA ANTIGUA
La filosofía de la Grecia Antigua abarcó un extenso período de más de cuatrocientos años,
extendiéndose desde la primera mitad del siglo VI a.C. hasta la segunda mitad del siglo II a.C.
La ingente cantidad de filósofos de esta época puede ser agrupada por orden cronológico
coincidiendo con la temática principal, de forma que obtenemos cuatro etapas:
La etapa cosmológica o de filosofía de la Phycis (siglo VI a.C.), a la que pertenecen los
filósofos presocráticos que centraron su interés en la naturaleza y su origen.
La etapa antropológica (siglo V a.C.), a la que pertenecen los sofistas y Sócrates, pensadores
que aparcaron la preocupación por la naturaleza y se interesaron más por el hombre, la
sociedad y las cuestiones políticas y morales.
La etapa de los grandes sistemas (siglos V y IV a.C.), a la que pertenecen los dos autores más
destacados, Platón y Aristóteles, capaces de crear complejos sistemas de pensamiento que
recogen toda la problemática filosófica, desde la ontología hasta la política y la ética.
La etapa de las escuelas helenísticas (siglos IV al II a.C.), a la que pertenecen corrientes y
tendencias como el escepticismo, el epicureismo y el estoicismo.
Desarrollamos ahora brevemente cada una de estas etapas. Los presocráticos –(filósofos anteriores
a Sócrates)- no constituyen una escuela única y vivieron en diferentes polis diseminadas por Asia
Menor (costa mediterránea de la actual Turquía) y la Magna Grecia (Italia). Comparten el empeño de
encontrar un principio explicativo de la naturaleza que denominaron arjé, con los rasgos de origen,
sustrato y causa. El arjé permitiría así agrupar la multiplicidad natural bajo una misma unidad: todo se
compone de los mismos elementos originarios que permanecen aunque las cosas se corrompan o
transformen. Respecto a la naturaleza de esos principios y a su número las respuestas fueron diversas:
los jonios o milesios -(Tales, Anaximandro y Anaxímenes)- defienden un monismo material, los
pitagóricos afirman que los números son los componentes esenciales de todo y los pluralistas
materialistas –(Empédocles, Anaxágoras y Demócrito)- identifican el arjé con varios elementos
materiales. Especial importancia tiene la controversia entre Parménides y Heráclito, pues es expresión
de un problema capital del que se ocuparán después Platón y Aristóteles: la cuestión ser-unidad de
Parménides frente al devenir-multiplicidad de Heráclito. Mientras éste último afirma que la realidad es
una diversidad en continuo cambio, Parménides niega realidad al movimiento y la multiplicidad y
defiende que el Ser es único e inmutable, características que después Platón otorgará a las Ideas.
La diversidad dispar de planteamientos presocráticos sobre la physis provocó el giro antropológico
protagonizado por los sofistas y Sócrates. Los sofistas –con Protágoras y Gorgias al frente- fueron
pensadores, relativistas y escépticos en lo epistemológico, que se instalaron en la Atenas del siglo V
a.C. atraídos por la efervescencia democrática de la ciudad y en un momento idóneo para impartir sus
enseñanzas de retórica y oratoria, cobrando por ello a ciudadanos que buscaban el triunfo político o
simplemente defenderse públicamente en caso de ser llevados a juicio. Por su parte Sócrates, aunque
compartió con los sofistas las mismas preocupaciones filosóficas, combatió, al igual que su discípulo
Platón, el relativismo y escepticismo sofista firmemente convencidos de la existencia de verdades
universales innatas al alma que el hombre debe descubrir y conocer para llevar una vida virtuosa en lo
privado y en lo público. Esta concepción de la virtud moral como sabiduría o conocimiento
denominada intelectualismo moral influirá en Aristóteles y en las escuelas del período helenístico.
Los dos grandes sistematizadores, Platón y Aristóteles, recogen todas las aportaciones previas y
contribuyen con novedosas y originales soluciones a los mismos problemas que han permanecido
vigentes hasta la actualidad. Además del intelectualismo –que aplica fundamentalmente a la esfera
política, pues su interés prioritario fue el ideal utópico de la justicia en la polis, ideal que desembocó
en la idea del filósofo-gobernante- y de la existencia de verdades universales innatas, Platón hereda
de Sócrates la concepción dialógica de la filosofía, escribiendo sus obras en forma de diálogos cuyo
personaje central es el mismo Sócrates y recurriendo con frecuencia al uso del mito, siendo el más
afamado el mito de la Caverna, que aparece en La República y que puede considerarse una síntesis de
todo su pensamiento.
Aristóteles, alumno aventajado de la academia que fundó Platón, se fue alejando progresivamente
de diversas tesis de su maestro y, con un espíritu más realista y empirista reconoció la importancia de
la experiencia sensible en el conocimiento frente al innatismo de Platón (el debate epistemológico
experiencia frente a razón reaparecerá con gran fuerza en el enfrentamiento empirismo-racionalismo
de la Edad Moderna). También rechazó la teoría platónica de las Ideas, pues la causa formal o esencia
no puede estar fuera de las cosas en un mundo separado, sino que el universal o esencia está en las
cosas mismas, cosas que son sustancias que tienden a alcanzar la perfección adecuada a su naturaleza,
otorgando así prioridad a la causa final –teleologismo- y completando, con la causa material y
eficiente, la teoría de las causas iniciada con los presocráticos. Otras notables diferencias se sitúan en
el ámbito antropológico, -donde Aristóteles niega la inmortalidad platónica del alma y sostiene su
unión sustancial al cuerpo como causa vital-, y en el problema presocrático del movimiento en la
naturaleza, -si Parménides y Platón habían negado realidad al movimiento y habían imposibilitado la
física como ciencia, Aristóteles convierte el cambio en la cuestión central de la ciencia física y lo
concibe no como un paso del no ser al ser (cosa imposible) sino como paso de lo que aún no se es
pero se puede llegar a ser (ser en potencia) a ser lo que ya se es (ser en acto). Pero estas diferencias no
ocultan claras similitudes en ética –el intelectualismo ya mencionado-; en política –la natural
sociabilidad del hombre y el bien común por encima del individual; y respecto a la concepción del
conocimiento como conocimiento universal y necesario de la esencia frente al relativismo sofista.
Por último, en la etapa de las escuelas del período helenístico se produce la desaparición de las
polis y el consiguiente abandono del interés por los asuntos públicos, centrando la atención en la
felicidad del individuo considerado individualmente. Las diferencias fundamentales entre estas
tendencias residen en los medios de lograr la felicidad: en el epicureismo, con Epicuro al frente,
mediante el placer; en el estoicismo de Zenón de Citio viviendo conforme a la naturaleza y aceptando
su necesidad y en el escepticismo de Pirrón a través de la ataraxia y la negación del conocimiento
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